um coro de vozes


Mi mente está revuelta. Pienso sin cesar. Los pensamientos me embargan: surgen y me envuelven sin que yo, honestamente, pueda siquiera opinar. Si opino, mi voz se pierde bajo el peso de otras voces que no sé, bien a bien, si son también mi voz. Las voces opinan negativamente. Me advierten, las personas que me rodean quieren aprovecharse de mí, escudriñan sus gestos, lo que hacen y dejan de hacer, todo cuanto aporte datos que ayuden a reforzar la visión que desean transmitirme. A todo esto intento oponer una mirada más alegre, menos inquisitoria, pero es inútil: las voces saben reencauzarme en los mismos patrones mentales que desembocan, sin freno ni tardanza, en las tornasoladas aguas, que tan bien conozco, de un mar de bilis y de hiel: son elles, admito al fin —quieren salirse con la suya, usarme, burlarse de mí—, todes elles, las personas que me rodean. A toda hora. Sin descanso.

12.06.22
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